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El Bilbao Basket tiene una semana limpia por delante para bajar las pulsaciones, soltar las piernas, recuperar a los lesionados, trabajar el derbi contra el Baskonia y sobre todo pensar. Pensar en por qué ha perdido altura tras un despegue de ensueño, en el que firmó tres victorias seguidas doblegando a rivales tan poderosos como Joventut (fuera) y Valencia (casa). Es verdad que los problemas físicos han mermado la rotación del equipo, pero los números apuntan hacia la defensa como uno de los principales factores que explican las derrotas ante Granada y Breogán. También ha bajado la producción ofensiva, aunque de forma insignificante, y se ha resentido la fortaleza del bloque en los últimos cuartos, minutos en los que los hombres de negro eran intratables y ahora flaquean. Toca resetear y volver a la casilla de salida para recuperar las virtudes que hicieron volar a la franquicia de Miribilla.
Efectivamente, el comienzo de temporada sigue siendo bueno con tres victorias y dos derrotas en la Liga Endesa y el pleno de triunfos en la Basketball Champions League (dos de dos). Pero los resbalones en Granada y Lugo suponen un toque de atención que obliga a reforzar el modelo exhibido en el inicio liguero, donde se practicó un baloncesto solidario, gremial, de equipo y basado en una actitud defensiva encomiable. Los rivales apenas encontraban huecos por los que colar su juego y sus estrellas, que se apagaban ante la intensidad y las ayudas desplegadas por los hombres de negro. En el ataque se puede fallar, ver el aro del tamaño de un anillo, tener tardes de puntería desviada, pero abajo, en las labores de protección, defender es un acto de voluntad que jamás debe faltar. Y es lo que flaqueó en las canchas del Granada y el Breogán.
Lo insinuó el propio Ponsarnau nada más consumarse la derrota en Lugo. «El acierto ha sido un lastre, pero si nos vamos a casa echándole la culpa solo al acierto cometeríamos un error aún más grande, y es no entender que en esta liga hay que seguir creciendo. El Río Breogán nos ha exigido aprender en este partido», expuso el preparador del Surne. Y también habló del trabajo en la pintura propia. «Nos hacían daño y nos lo volvían a hacer. Tardamos cuatro jugadas en defender». Añadió además que en ambientes calientes y con porcentajes de tiro bajos –en el Pazo dos Deportes se firmó un 5 de 22 en triples y un 41% en lanzamientos de dos– «no somos sólidos ni consistentes».
Los números avalan el análisis del entrenador catalán. En los partidos contra Joventut, Betis y Valencia, el Bilbao Basket encajó una media de 70 puntos por choque. Ahora, en las últimas dos derrotas, esta cifra se ha disparado hasta los 92,5. Un desequilibrio insostenible que debe ser corregido de inmediato. En cuanto a la producción ofensiva, los vizcaínos la mantienen. Tenían un promedio de 79 puntos en los tres duelos iniciales y ahora es de 77. Lo que falla es la defensa.
Otra de las características del equipo fue su fortaleza en los últimos diez minutos de los partidos. A modo de comparación, cabe reseñar que los hombres de negro solo concedieron una media de 14 puntos ante Joventut, Betis y Valencia, mientras que este número ha subido hasta los 19,5 frente al Granada y el Lugo. Y aquí bajó también la anotación: se pasó de los 24,3 puntos convertidos en los cuartos finales a los 16,5 actuales. El diagnóstico está claro, ahora al Surne le toca trabajar para recordar lo que es: un equipo solidario que jamás baja los brazos y muerde en defensa. Con calma.
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