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Viernes, 22 de febrero 2019
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Un pasito adelante, otro para atrás. No vamos a ponernos musicalmente moñas, pero viene la abrasiva idea del estribillo de marras que ni pintada para escribir la
No hay nada peor que perder con la sensación de habérselo puesto fácil, tirado, al competidor que viste distinto sobre el parqué. Incluso en los deportes populares, entendidos como las pachangas que podemos jugar en el frontón, al pádel, y también en un deporte de equipo, incluso cuando te ves perdido con la cabeza irremisiblemente a punto de caer en el cadalso le dices a tu pareja:
Ni se acaba el mundo, ni las consecuencias van más allá de una derrota que, eso sí,
Durante ocho minutos,
En el segundo cuarto, que partió desde la marca del 23-18, el partido debía de algún modo clarificarse. Entraría en juego la capacidad de Larsen para ayudar o no y de los hombres de negro para liberarse de la opresión que lo mismo les conducía al embudo de los horrorosos tiros sobre la bocina, o a autoadjudicarse, con las muñecas heladas, el papel de héroe salvador. Poco punteo, siempre la sensación de que
Y no le hacía falta al anfitrión, pero algunas decisiones arbitrales encendían a la parroquia, que no quería despertar de tan bello sueño tras la angustia de la pesadilla de la jornada anterior cayendo ante el colista. Fue a raíz de un triple de Reyes que
No eran números para escandalizarse o dar por perdida la jornada. La sensación era, sin embargo, radicalmente opuesta. Llevaba el reborde negro de la esquela, quisíeramos verlo o no.
Y los locales no bajaron el pistón. ¿Para qué hacerlo cuanto te lo ponen tan en bandeja? Hasta quisieron anotar en su última posesión, lo que es lícito, y Torres pidió a los suyos un aclarado cuando ya se sabía el MVP de la contienda. Llevaba muchos minutos el banco visitante emanando la imagen de la derrota y eso sí que nunca lo había hecho antes el grupo de Álex Mumbrú. Muy rebotado, tardó tanto en salir del vestuario que se varió el protocolo y fue Paco García el primero en atender a los medios.
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