Con la consigna de sobrevivir, y soñar

El Bilbao Basket se puso rápido manos a la obra, consciente de que conservar parte de la estructura ya montada era la mejor manera de construir en vertical. Hacerlo sobre unos cimientos sólidos y asentados, una base que soportaría el peso del nuevo proyecto. En este sentido, los vizcaínos renovaron a Hakanson, Goudelock, Rigo, Reyes y Withey. Intentaron consolidar a pilares como Inglis y Delgado, conscientes de que partían en desventaja económica con casi todo el mundo, pero ambos se marcharon. Al igual que Rafa Luz. Poco a poco iban cayendo piezas en el puzle de Ponsarnau, que saltó por los aires con la grave lesión de la 'mini mamba'. El 'killer' de Stone Mountain se reventó la rodilla en el primer amistoso de la pretemporada y dejó conmocionado al equipo. Fue un golpe durísimo porque la principal referencia anotadora había dicho adiós antes de arrancar el curso.

Unas semanas después, Tomeu Rigo se rompió el cruzado. Otra mala noticia que obligaba a volver al mercado. Mientras tanto, el Bilbao Basket trataba de avanzar en su puesta a punto con las incorporaciones de Nikola Radicevic, Francis Alonso, Xabi Rabaseda, Ignacio Rosa, Emir Sulejmanovic, Denzel Andersson y Michale Kyser. Los internacionales suecos (Hakanson y el propio Andersson) se incorporaron tarde por sus obligaciones continentales, al igual que el ala-pívot bosnio, presente en el Eurobasket. El Surne obtuvo la cesión del jovencísimo uruguayo Agustín Ubal, base-ecolta de 19 años procedente del Barcelona, y luego cerró la llegada del combo americano Adam Smith, el hombre que tiene la difícil tarea de sustitur a Goudelock. De momento, recién bajado del avión, transmite buenas sensaciones. Jugón y anotador.

No es por tanto ninguna exageración decir que el verano de los hombres de negro ha estado repleto de contratiempos. Ponsarnau no ha podido trabajar con el grupo al completo ni en los entrenamientos ni en los partidos. Siempre faltaban piezas. En el último test de la pretemporada, el octavo en total, el Bilbao Basket mostró una buena versión contra el Baskonia, y eso que no pudo contar con Hakanson por un problema en el cuello del sueco. Pero allí, en Galdakao, se vieron los contornos de una criatura aún sin definir pero con ganas de echar a andar. Gustó la versión guerrera del Surne, el carácter del colectivo, además de un pequeño repertorio de su mejor baloncesto. Tuvo dos bolas para ganar que no entraron. Tampoco importó mucho. Lo que insufló ánimos fue ver a un grupo de profesionales llegados de seis países distintos (Suecia, Serbia, Estados Unidos, Uruguay, España y Bosnia) transformándose poco a poco en un equipo. Un equipo que ilusiona.

Las claves

Los hombres de negro cerraron su fase de preparación con un balance de cinco victorias -dos ante el Oporto, Sheffield Sharks, Budivelnyk y Valladolid- y tres derrotas -Breogán, Alega Cantabria y Baskonia-. Hasta ahora, con las pinceladas dadas sobre un lienzo todavía sin acabar, gustan la electricidad y el poder de anotación de Smith, quien jugó los últimos tres amistosos con un solo entrenamiento; la muñeca de Francis Alonso; el carácter y el liderazgo de Rabaseda; las expectativas levantadas por Andersson, en defensa y en ataque; el físico de Sulejmanovic; los vuelos y juego por encima del aro de Kyser. Todo ello debe ser conjuntado, sujeto a un modelo de juego e interiorizado por la plantilla.

Porque el objetivo supremo vuelve a ser una temporada más la salvación. La BCL es un caramelo que servirá para rotar, dar minutos y competir en un grupo con el Igokea bosnio, el Nymburk checo y el Bahcesehir College turco, pero jamás sin desenfocar la ACB. El Bilbao Basket sale de nuevo con uno de los presupuestos más bajos de la ACB y la idea clara de que la permanencia es la piedra filosofal de su proyecto, aunque sin renunciar a soñar. El año pasado no se metió en el play-off por una bandeja fallada sobre la bocina y en su primera campaña tras el ascenso voló hasta la burbuja de Valencia, donde peleó por el título, sin olvidar su clasificación para la Copa.

Todavía les falta, pero los hombres de negro están de camino. Lo hacen con humildad, trabajo, sus armas y el poderío de Miribilla, un infierno en la tierra en el que el que camina solo es el rival.