Un equipo irreconocible

No hubo mucha historia en Girona. El Bilbao Basket, aspirante a la Copa, perdió por incomparecencia. Completó uno de los peores partidos de la temporada y se transformó en un equipo irreconocible, sin alma ni ese espíritu combativo que siempre le acompaña, en la victoria y en la derrota. Solo Emir Sulejmanovic conservó las pinturas de guerra en sus mejillas –15 puntos, 6 rebotes y 18 de valoración–, una gota de agua en el desierto. Los Colom, Gasol, Prkacin, Taylor y compañía tardarán en disfrutar de un encuentro tan cómodo como el de este sábado, en el que los hombres de negro nunca fueron lo que debieron ser: duros, afilados, ambiciosos, acertados y convencidos de que ganar era factible. Superados en todas las facetas de juego –anotación, defensa, rebotes, asistencias y porcentajes de todos los tiros–, los vizcaínos depusieron las armas pronto y desplegaron la alfombra roja por la que desfiló su rival. Un ejemplo de lo que nunca hay que hacer en una pista de baloncesto. Aprender y no repetir.

Ocho minutos tardó el Bilbao Basket en encontrar una muñeca diferente a la de Andersson para pasar el balón naranja por el aro catalán. El sueco había metido tres triples con los que sostenía a un equipo que no conseguía descifrar la defensa de su rival. Muchas trampas colocadas por Aíto García Reneses, una leyenda de los banquillos que desactivó a los bilbaínos. Fue Álex Reyes quien metió una canasta de dos y otra desde más allá de los 6.75 en el cuarto inicial. Solo estos dos jugadores anotaron en un primer cuarto anodino y malo, fiel reflejo de los que iban a ser los tres siguientes. El Girona marcaba muy de cerca a Hakanson, que siempre tenía una o dos sombras pegadas, quien se fue en blanco a los vestuarios. Los hombres de negro sobrevivían desde la línea mágica, la única arma que funcionaba con cierta regularidad. Hasta que se desactivó.

Los de Jaume Ponsarnau solo habían metido una canasta de dos en 16 minutos de juego. Una, la de Reyes. Todo lo demás llegaba desde el perímetro, un total de seis triples que permitían seguir andando malamente sobre el alambre antes de descomponerse en el Fontajau. El equipo no fluía, estancado y lento en sus propuestas, incapaz de replicar a un contrario que volaba. Hakanson estaba más vigilado que la gente de 'gran hermano' y Smith solo fue capaz de encestar dos tiros libres en los 20 primeros minutos –acabó con seis puntos–. Un 30% en tiros de dos equivalía a un suicidio colectivo en las puertas de la Copa, que sigue siendo posible pero pendiente de milagros y carambolas. El Girona desplegaba un baloncesto más coral y mejor ejecutado, en el que Marc Gasol y Prkacin hacían daño sin parar. El exhombre de negro Quino Colom dirigía a los catalanes y se entendía a las mil maravillas con el campeón de la NBA, el brazo ejecutor de un Surne triste.

No hubo reacción

A pesar de que nada iba como estaba previsto, el Bilbao Basket firmó un parcial de 0-6 para ponerse a cinco (31-26). Llegó a estar 11 abajo (28-17), pero un par de canastas de Rabaseda y dos tiros libres de Smith minimizaron los daños. Los locales reaccionaron con Gasol y recuperaron la máxima ventaja, aunque un matazo de Kyser mandó al Surne a los vestuarios 37-28. Una producción ofensiva a todas luces deficiente, impropia de un aspirante a la Copa, que tocaba arreglar en la reanudación para dar un paso adelante que nunca llegó.

El destello en forma de triple de Hakanson nada más salir de los vestuarios sirvió para poner al equipo a seis de su rival. Solo fue un espejismo, una bala de fogueo cuyo ruido acalló el Girona con un demoledor 15-2 que reventó definitivamente el partido. Todo el pescado estaba vendido, y decirlo mediado el tercer cuarto refleja el malísimo día en la oficina que tuvo el Bilbao Basket. Entre Gasol (19 puntos), Prkacin (18) y Colom en la dirección (6 asistencias) dinamitaron al Surne, cuyos pedazos quedaron esparcidos en la pista del Fontajau.

Fue uno de los peores choques de la temporada, si no el peor, en el que los vizcaínos nunca dieron la talla como aspirantes a la Copa. Los catalanes se marcharon hasta 27 arriba (84-57), diferencia que atestigua la derrota por incomparecencia. Una mancha en la hoja de servicios de los bilbaínos, aunque no conviene olvidar que su primera vuelta está siendo magnífica. Acabarla entre los ocho primeros se complica sobremanera, pero si de algo debe servir la derrota en Girona es para recordar que el Surne solo puede ganar si se deja la vida en la cancha. Así ha sumado ocho triunfos, un gran botín.

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