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Los jugadores saludan a la afición.
Necesidades de diferente magnitud
estudiantes-dominion | 19.30 H.

Necesidades de diferente magnitud

El Dominion debe recuperar su pegada a domicilio ante un Estudiantes que sólo ha ganado dos partidos como local

josé manuel cortizas

Domingo, 13 de marzo 2016, 00:11

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Cada uno ve la suya como la más imperiosa, aunque sus metas y urgencias les convierten en ejemplos de distintas capas sociales. La necesidad es el argumento común en el duelo de esta tarde en el BarclayCard Center, pista que unas horas antes albergará el Real Madrid-MoraBanc Andorra en el que volverá a vestirse de corto Rudy Fernández. El Dominion necesita sumar, facturar para seguir negando a sus perseguidores por los puestos de play-off que se encelen y disfruten de las ventajas de su rebufo. Para el Estudiantes, se trata de una situación extrema, de verdadera emergencia. Clavado en el lodo de la tabla como consecuencia de cuatro esporádicos triunfos -uno de ellos conquistado en diciembre en Miribilla-, el conjunto del Maeztu empieza a descontar oportunidades para agarrarse a la salvación. Cada peldaño no superado le alejará más de la luz al final del túnel, ya que en la actualidad cede tres muescas en el ábaco que ordena a las franquicias cuando restan una docena de jornadas para el recuento final que determinará quién se precipita por el encerado tobogán camino de la LEB.

Para los hombres de negro hay motivos sobrados que confieren a este desplazamiento un carácter especial. Simboliza la visita al feudo colegial esa ocasión para soltar lastre. Reconoció Sito Alonso el viernes que los dos primeros días de la semana habían tenido lo suyo en lo anímico como consecuencia del descarrilamiento de todos su vagones en el Buesa Arena. Volver a ganar fuera de casa es la meta. Era durante la primera vuelta la tarjeta de visita de un equipo descarado, con oficio, sabedor de cómo recoger el sedal tras percibir el tirón definitivo, inconfundible, el que confirma que la presa está bien sujeta al anzuelo. Eso no sucede desde enero cuando Manresa sufrió en sus carnes el alcance de la pegada facturada en Miribilla.

La cuesta se ha empinado desde entonces por razones obvias del caché de los anfitriones a los que ha rendido visita el Dominion. Se ha convertido en un paso impracticable, como las cercanías del Monte San Vicino inalcanzable hoy por el pelotón de la Tirreno-Adriático al ser en sí una trampa nevada. Valencia, Gran Canaria y Vitoria han sido tres destinos que han lastimado mucho a los hombres de negro. En conjunto por saldarse los viajes con un pleno de derrotas. Jugaron bien los bilbaínos en la isla durante 35 minutos, pero fueron títeres sin gobierno en La Fonteta y el Buesa. 82 puntos de déficit en ese par de desplazamientos ante oponentes que no conocen el significado de la compasión.

De esos ecos debe apartarse el Bilbao Basket a tiempo. El calendario le ha hecho un quiebro y ahora le permite mayor estabilidad en casa que cuando carga con la maleta. No cabe duda de que el Estudiantes defenderá con su alma una plaza en la que poco queda ya que saquear. Es un conjunto muy renovado respecto al que sorprendió en el Bilbao Arena con una anotación de 33 puntos en el último cuarto. Y Sito Alonso no acaba de sacudirse los problemas físicos -Ruoff es baja, Raúl y Borg dudas, lo que vuelve a colocar a Hannah en la necesidad de pasar de la media hora de juego-. Pese a todo, es en días como hoy cuando un equipo demuestra su pasta, entereza, ambición. Con el máximo respeto a quien ya le ganó, cierto. Pero quien pretende avanzar a las series por el título y con ello renovar su pasaporte no puede saltarse estaciones. Claro que puede porfiar su éxito final a hacerse fuerte en su morada, pero es hora de superar pruebas que están a su alcance.

Se mide en seis días a los dos últimos clasificados. Pensar simplemente en la tabla induce a error, correcto. Pero no es menos cierto que por algo están ahí, en el fondo, separados de sus congéneres por una distancia considerable. Estudiantes y Gipuzkoa, una minitacada factible siempre que los hombres de negro hayan dado con la tecla de reset y borrado así el exceso de equipaje, preocupación, sonrojo si lo hubo y distanciamiento con su realidad tras ser desprovistos de sus derechos en el asalto sufrido en Vitoria. Aquello es agua pasada. Pero hay que creérselo.

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